Frases de Pedro Romeu

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Frases de Pedro Romeu
Es posible que algún día se apague la luz del Sol, o que los ríos dejen de emanar agua. Puede suceder que se acabe la vida, lo que no se extinguirá jamás es el amor verdadero.
Los desconocidos son mejores amantes que los amigos, porque la sorpresa y la incertidumbre de los comienzos es un bálsamo maravilloso que precisan todas las relaciones.
Amar es ver su cara reflejada en tus sueños, es que se te escape su nombre al pronunciar tus palabras y desear su felicidad antes que nada.
Tu amigo continuará estando a tu lado siempre, lo tienes aquí hoy, a tu vera para acompañarte.
No hay estrellas en el cielo, ni flores en el campo que puedan dibujar la belleza que sentí cuando me diste el primer beso. Extendí el puente de los sueños para empezar a crear algo que durara para siempre, puente que me unirá para siempre a mi primer amor.
Frágil y tembloroso te acercaste a mi esta mañana... qué doloroso es amanecer con el desamor a tu lado...
No hay nada más intenso que hablar con una persona por primera vez y descubrir poco a poco que eres incapaz de dejar de pensar en ella desde el instante mismo en que la viste.
Lo nuestro es, sin duda, un matrimonio de conveniencia, porque no hay nada en ti que no me convenga conservar el resto de mi vida.
A un paso del abismo del jamás me he quedado petrificado. Tus labios se han sellado y mi corazón se ha helado.
Echo de menos aquellos momentos en los que tus ojos jugaban a cruzarse furtivos con los míos; esos instantes en los que solo tu y yo sabíamos, que el juego terminaría en un te quiero.
Tengo vértigo al pensar que muero, porque sin ti, la vida que soñaba no llegará. La vida se acorta, la esperanza se pierde.
La misma flor no siempre tiene el mismo color, porque la belleza de su brillo la ponen los enamorados al compartirla.
Cuando pienso en mi primer amor no pienso en un cuerpo, sino en aquella caligráfica obsesión de escribir tu nombre en todos lados.
Junto a un buen amigo lo amargo de la vida es menos desagradable.
Un calor inesperado, mejillas sonrosadas. Mis rodillas se aflojan y una risa tonta me respalda. Mi presión arterial se eleva y siento como me arrastra la euforia. Mi corazón se acelera y soy más que consciente de ser víctima de un flechazo.
Me gustaría ser inmensamente pequeño y frágil para que me dejases vivir en el recodo de tu ombligo el resto de mis días.
Cuando tu sonríes, un halo de luz inunda la estancia tenue de mi corazón guerrero.
No sé si es amor o es castigo, pensar incesantemente en ti dedicando mi pensamiento en cuerpo y alma a tu imagen desinteresadamente.
Me giré y mis ojos tropezaron torpes con los ojos del que sería el hombre de mi vida.
Los primeros amores suelen tener los encantos de los aparatos dentales, besos que se enganchan para siempre en el hierro del recuerdo.
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