Frases de mujeres

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Frases de mujeres
El amor en la mujer está siempre mezclado con una admiración involuntaria, y cesa cuando cree convencerse de que el hombre le es inferior.
Sólo cuando el hombre y la mujer, instalados cada uno en su sexo, se proyectan el uno hacia la otra y juntos hacia su doble vocación personal, es posible que se hagan mutuamente transparentes.
La mujer es móvil, como la pluma al viento, cambia de acento -y de pensamiento.
La mayoría de las cosas, aunque se pretende que es por otros motivos, se hacen por las mujeres.
Amar a las mujeres inteligentes es un placer homosexual.
Las mujeres prefieren a los hombres silenciosos. Piensan que las están escuchando.
La prodigiosa esperanza que las mujeres ponen en el amor carnal, y el pudor de esta esperanza, les hacen estropear todas las perspectivas.
Una mujer puede llegar a ser amiga de un hombre, sólo en las siguientes etapas: primero conocerle, luego ser su amante, y sólo entonces ser su amiga.
Tanto las que acceden como las que rehúsan, gustan de ser solicitadas.
Lo que una mujer diga a su amante conviene escribirlo en el viento y las aguas.
Un hombre sólo es tan viejo como la mujer que ama.
Las mujeres abandonadas son las que simplemente aman; las conservadas son las que saben amar.
Oh, nunca des tu corazón por entero, pues aunque ellas digan otra cosa con sus suaves labios, han entregado sus corazones al juego.
El adulterio lleva mucho trabajo.
La mujer que gusta domar caballos, despídase de enamorar corazones: toda acción de fuerza es extraña en ellas, y en tanto son amables, en cuanto nos parecen débiles.
Ella bebe como una mujer, si lo hace ella hace el amor como una mujer, si, lo hace y ella sufre como una mujer pero de repente es como una niña pequeña.
Para que a una mujer le parezca interesante cualquier hombre, basta con que lleve una temporada durmiendo sola.
Ésa es natural condición de mujeres - dijo don Quijote-: desdeñar a quien las quiere y amar a quien las aborrece.
No hay piropo que valga tanto para una mujer como saber que un hombre se muere por ella. Sobre todo si se muere sin esperanzas.
Las mujeres han servido todos estos siglos como espejos mágicos que poseían el delicioso poder de reflejar la figura masculina al doble de su tamaño natural.
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