Frases de Marta Salas

Ordenar por:
Frases de Marta Salas
El adiós se me clavó en el costado como un aguijón de tristeza. Desde entonces, ya no cuento las horas por minutos, sino por la distancia que nos separa.
El amor, como un asedio de flechas y esperanza, se postró en mi corazón la primera vez que dijiste que me querías.
Aunque me abandones, aunque me dejes inmóvil en tu camino como un objeto roto y olvidado, hay algo de lo que no podrás desprenderte: el peso de la memoria.
Enamorarse de una amiga puede llegar a salir rentable. Ya conoces sus gustos, sus manías, y probablemente ya habrás memorizado la fecha de su cumpleaños.
La única razón para no querer enamorarme de ti, es no perderla.
El amor tiene los mismos efectos que un terremoto: breves temblores, desconcierto y algún que otro llanto. Cuando pasa, lo único que deja es desorden, destrozo y la incógnita de cuándo volverá a suceder.
El amor es la única guerra que no se gana con el asedio y la batalla, sino con la rendición.
Tu abrazo, como un cálido verano, me protege y me guarda de las inclemencias de la vida; de cualquier dolor helado del invierno.
He llegado a la conclusión de que los idiomas resultan imprecisos y escasos para el amor, pues no hay palabra en el mundo que pueda expresar lo que te quiero.
Las mujeres con pasado suelen ser las más recomendables. En el amor, la experiencia y el error suelen ser garantía de futuro.
La única inconsciencia que alberga el primer amor, es no medir con conciencia los parámetros del desengaño.
El amor es como un trayecto en tren, con sus estaciones y sus pasajeros. Sin embargo, la única certeza de ese viaje es que el conductor será el único que seguro llegará a la última parada.
Mi descuido y mi impuntualidad me han hecho perder muchos trenes en la vida. Por eso me siento tan dichoso de haber sido capaz de subir en la parada de tu corazón.
Aunque sepa que nuestras sombras nunca caminarán su vida de la mano, recrear esta imagen me salva de mi soledad.
Quisiera poder decirte que te amaré para siempre, más allá de mi cuerpo y de las cosas. Pero no puedo mentirte. No tengo constancia de que exista la eternidad.
La amistad y el amor son buenos soportes del alma cuando el destino no se muestra partidario de la felicidad.
El matrimonio nunca ha sido una cuestión de principios, sino de finales.
Si algún día tropiezas y tus rodillas dan de bruces contra el suelo, no extiendas tu mano hacia tu novia para pedir su ayuda. Yo llevo casado desde entonces.
Los minutos se consumen raudos junto a ti, pero tu ausencia tiene la facultad de tornar un segundo en horas.
Junto a ti, la vida debería medirse en besos, no en minutos.
Secciones